Foto: Elena Mora
German Díaz, intérprete intenso, excepcional improvisador, músico lúdico e innovador, comparte corazón con su Valladolid natal y la Galicia a la que llegó por la música y en la que se quedó porque, además de la música, encontró el amor.
Este hombre, que nació con la constitución cuando sonaban la incipiente movida y los cantautores en el aire musical, es un entusiasta de la zanfona y le transportan la polifonía y el entorno de la vihuela, pero también reivindica el buen silencio, que echa de menos hoy en día porque una música más banal suena por todas partes y a todas horas.
Aunque humilde y de modesta sencillez, su cabeza no para de hervirle, persiguiendo notas magistrales y buscando el último artilugio que a coro las acompañe. Creador pertinaz y juguetón, es un ser curioso por naturaleza, tanto que a veces, según él, hasta su propia curiosidad puede matarle. Apasionado en su discurso, austero con sus palabras y discreto en sus opiniones, resulta fácil imaginarle, detrás de sus lentes redondas ya de joven, como una hormiga laboriosa, persiguiendo ritmos, melodías y voces populares en los estertores de sus cantos.
Desde la Federación Galega de Turismo Rural, conversamos con Germán, después de haber concluido sus recitales al atardecer en el ciclo de la I Edición de Abiertas de Par en Par, para saber un poquito más de este vallisogallego y gallegoletano, para quien la música es una sensación que nunca va a dejar de existir, ni el ser humano dejar de necesitar.
Germán, ¿Valladolid canta?
-(Sonrisa amortiguada y pausa). ¿Valladolid canta? Pues en realidad, Valladolid canta menos que Galicia, diría yo. Porque..., es una tierra donde la música cotidiana, la que surge de forma natural, habitualmente entre la gente, está menos presente que en Galicia. No solo en Valladolid, también en Castilla.
Y ¿cuánto canta Valladolid en la música de Germán Díaz?
-Desde una perspectiva muy personal, canta en mi memoria, canta en mis recuerdos, porque pasé toda la infancia en Valladolid. Pero en general yo creo que canta menos que en Galicia, donde resido ahora.
¿Por qué te fuiste vivir en su día a la aldea de Arneiro, en A Terra Chá?
-Por mi compañera, porque Nadia nació en una casa de colonización que llevaba abandonada mucho tiempo y después de haber vivido unos 10 años en Santiago, decidimos trasladarnos al rural y quedarnos allí, creo que otros diez años. Ahora vivimos en una casa en Lugo porque tenemos dos niños escolarizados aquí.
Entonces, ¿de Valladolid a Galicia por amor?
-Lo confirmo, sí. Pero antes del amor ya había empezado a tocar con gente de aquí: los hermanos Pascual, Uxía…, empecé a tener mucho trabajo, se fue juntando una cosa con la otra y me quedé a vivir.
Y en Valladolid, tu ¿de quién vienes siendo?
-(Risa breve). Nací en una familia un tanto privilegiada, porque musicalmente nuestra mayor referencia familiar es mi tío Joaquín Díaz que tiene una conocida fundación, y por otro lado, mi tío Luis Díaz Viana, hermano de mi padre, es antropólogo del Consejo Superior. De ahí mi relación con la etnografía, la investigación y la recopilación del folclore. Por otra parte, en casa había música. Mi padre fue médico y, aunque no se dedicó a las artes, tuve la fortuna de recibir sensibilidad musical en casa, de poder desarrollarla y de tener el apoyo familiar para viajar y estudiar fuera cuando aquí ya no había más posibilidades.
Realizaste estudios de guitarra clásica y filología clásica, ¿cuándo descubriste que lo querías era tocar la zanfona?
-Fue realmente simultáneo con la carrera. Estudié esas disciplinas pero no acabé ninguna de las dos. Empecé con la guitarra porque era el instrumento que tenía. Si hubiera conocido la vihuela o el laúd me hubiera dedicado a eso. La polifonía y el entorno de la vihuela es lo que más me gusta: Luis de Narváez, et, etc. La filología clásica fue por interés cultural. Desgraciadamente no terminé porque enseguida me dediqué a la música. Pero me vale para muchas cosas, aunque ahora se diga lo contrario.
Pues ya que escogiste la filología por interés cultural, dinos, por favor, una expresión popular que te defina.
-¡Madre mía! Ni siquiera sé yo definirme, como para ponerme una expresión popular. Te puedo decir una cosa que no me parece muy ingeniosa, pero si algo me considero, es ser una persona curiosa. Entonces, tal vez alguna expresión relacionada con esto… “la curiosidad mató al gato”, por ejemplo. Creo que todo lo que he ido haciendo y hago en la vida es fruto de la curiosidad y del interés. Curiosidad que me inculcaron de pequeño, que intento inculcar a mis hijos y que me parece tan necesaria. Y alguna vez, de tanta curiosidad me ha pasado como al gato.
Supongo que habrá sido el interés te ha llevado a realizar decenas de cursos y seminarios con los mejores Maestros de zanfona de Europa, ¿qué te falta por descubrir del instrumento?
-Pues lo maravilloso del instrumento es que no para de provocarte curiosidad. No hay más que ver la cantidad de gente que está trabajando por el instrumento, sobre todo en Galicia. No olvidemos que en Galicia hay tres escuelas de titularidad municipal donde puedes aprender a hacer una zanfona, algo insólito en el resto del mundo. ¿Que ha provocado eso?, que ahora, los mejores lutieres están en Galicia y toda la gente del mundo quiere comprar instrumentos aquí. Yo mismo estoy empeñado en hacer de Lugo la capital mundial de la zanfona. Creo que por historia, por referencia, por la cantidad de gente que toca aquí, lo es.
¿Como ves, por tanto, el presente del panorama musical gallego?
-Extraordinario. Aquí la música cuenta, está muy presente en la sociedad gallega: la gente joven disfruta de la música, puedes escuchar a gente mayor cantando por la calle, en bares, fregando los platos... Además, hay un interés y un apoyo institucional, a pesar de todas las críticas que se puedan hacer a cualquier apoyo institucional y a la forma de realizarlo. Muchas veces nos quejamos, pero yo viniendo de una tierra como Castilla y León, que es bastante baldía en ese aspecto, pues noto cariño, interés y que este sector se articula, que también puede defender un valor económico. En general, pienso que se toca y se exporta bastante música.
¿Crees, por consiguiente, que se puede vivir de la música en Galicia?
-Bueno, en mi caso vivo de la música. Aunque pienso que no es muy fácil, tanto socialmente como para mantener una economía. Porque al músico, como profesional, nunca se le ha respetado. A todo el mundo le sonará lo de “Si bueno, ya, eres músico, pero ¿y en qué trabajas? Aunque, lo mismo se podría decir de otras profesiones liberales. Así que, en general no me gusta quejarme, porque eso no vale para nada.
Dinos, por favor, a quienes sigues en la música actual.
-Es que se me va a quedar mucha gente sin citar, porque es tanta la que admiro. En general sigo a cuanta puedo. Pero bueno, en particular, me gustan mucho el grupo Caldo, Xabier Díaz, Guadi Galego, los compañeros con los que toco, como Benxamín, que es un ser muy creativo...
Y ¿entre los intérpretes de zanfona?
-Pues también hay mucha gente a quien seguir... Valentin Clastrier, por ejemplo, es un poco quien se ha inventado todo. Tiene tal creatividad que es insuperable. Todo lo que hace está un paso por delante de los demás, incluso ahora que tendrá setenta años o más. Es ineludible, a él le debemos muchas cosas. Otro zanfonista que me fascina es Matthias Loibner, también Eleonore Furmiau, una chica que interpreta música kurda y toca con Efrén Lopez, un músico multi- instrumentista que disfruto. Así, hasta un largo etcétera. Y en Galicia, me interesa mucho lo que hace Anxo Pintos, o también Oscar Fernández, del que siempre he admirado su musicalidad, la capacidad interna que tiene de hacer esas músicas tan sencillas pero que dan en la diana de una manera muy preclara.
Desde los años noventa llevas dándole vueltas a la rueda del mundo con la manivela de la zanfona, ¿la sienten del mismo modo en todas las latitudes?
-El instrumento llama tanto la atención que sorprende en cualquier sitio al que vayas. Después, a lo mejor, la lectura que hagan de la música puede ser de una manera o de otra, pero la primera reacción es de sorpresa e interés, con lo cual ganas al público de cualquier latitud inmediatamente.
¿Cuál fue el auditorio más entregado que recuerdas?
-Pues recuerdo una gira que hicimos por Ucrania, desgraciadamente tan presente en nuestros días, en la que pensamos que se habían equivocado con nosotros. Estaba con un trío llamado Rao trío (bajo, batería y zanfona) y cuando le pedí al técnico de sonido que me subiera el monitor para escuchar a los compañeros, con un gesto de la mano hacia arriba, el público se levantó y empezó a aplaudir de una manera casi enfermiza. Yo no me lo creía. Y lo volví a hacer y volvió a suceder.
Acumulas una hilera enorme de colaboraciones con creadores y creadoras de música, arte, cine o televisión, entre otros. ¿Te falta alguien con quien ansíes colaborar especialmente?
-¡Huy! Muchísim@s. He tocado con much@s ya, pero eso no es una virtud porque, zanfonistas profesionales que se dediquen al instrumento a tiempo completo, no son tant@s y hace años todavía menos… No querría dejar a nadie fuera. No sé..., te podría citar nombres de la escena mundial con los que nunca voy a tocar y me encantaría. Por ejemplo, con Anouar Brahem, un laudista que me encanta, o con Egberto Gismonti, genio del que tanto he escuchado y aprendido. En fin, gente que está en otra liga. Que luego de repente, si coincide, igual no me atrevo…, o me cago de miedo. En las artes, me gusta muchísimo Francisco Remiseiro, un escultor de Pontevedra con el que hice el disco Método Cardiofónico y con quien tengo en mente otro proyecto muy interesante sobre la creación de un Autómata Musical.
La idea está inspirada en la figura de Juanelo Turriano, personaje curioso adelantado a su tiempo que fue el relojero de Carlos V. Este gran polímata destaca por haber sido el autor del ingenio de Toledo, la creación de unas máquinas que, con la fuerza hidráulica, conseguían subir el agua del río Tajo, salvando un desnivel de 92 metros, hasta el alcázar de Toledo.
La leyenda dice que no le pagaron su trabajo y al final de sus días acabó arruinado y, para ignominia del rey, creó un autómata llamado “el hombre de palo” que iba pidiendo limosna por las calles de Toledo, una de las cuales todavía tiene aquel nombre.
A partir de esta historia y de la interesante música de la época, relacionada con la música tradicional también, pretendemos crear un autómata que se pueda conectar con la zanfona, a la manera de la Lira Organizzata, que fue una zanfona-órgano que existió en el siglo XVIII. De tal modo, ese autómata sería una especie de instrumento mecánico que se articula y se mueve con la zanfona. ¡Ah!, y de paso que pida limosna también, claro, para poder sufragar invento y proyecto, para los cuales todavía no dispongo de financiación.
Pues hablando de autómatas, esa orquesta de cajas de música que llevas contigo, ¿es tal vez para no sentirte tan solo, o porque no quieres perder al niño que has sido?
Foto: Xaime Cortizo
-(Risa relajada). Por las dos cosas. Primero, porque tocar solo es algo que cada vez me cuesta más. Al estar solo en el escenario tienes que intentar llenar todos los huecos que aparecen. Y después, efectivamente, ese sonido que emiten las cajas de música es tan evocador, tan mágico, que es como seguir siendo niño y no dejar de jugar con todos esos cacharros mecánicos.
O sea que, en el fondo, lo que pretendes es crear otro juguete para sentirte todavía menos solo y conseguir que el público se lo pase incluso mejor con tu música.
-Pues sí. Llevará un tiempo conseguirlo, pero el sueño y el proyecto están ahí.
Y para conseguir sueños o proyectos como ese, en un mundo tan caótico como el actual, ¿qué papel crees que debiera tener la música?
-Pues precisamente en los casos extremos que vivimos, como con la pandemia, la música es necesaria, la gente quiere música. La sensación que te ofrece la música nunca dejará de existir, ni el ser humano dejará de necesitarla.
Dicen de ti que eres el Miles Davis de nuestro folclore y el Jimi Hendrix y Paco de Lucía de la zanfona.
-Bueno, son halagos con los que uno no siempre coincide. Lo de Jimi Hendrix supongo que viene de mi época joven en la que estaba en Rao trío y tocábamos, como jóvenes que éramos, lo más rápido que podíamos, sin embargo, no he escuchado a Jimi Hendrix en la vida. Lo de Miles Davis es una cosa exagerada. Miles ha cambiado el sino del jazz. Le escuché muchísimo, soy admirador y le he seguido, pero es una exageración compararme con él. Lo de Paco de Lucía, lo mismo: ¡un músico tan importante para la cultura universal!. Yo me dedico a sobrevivir como puedo con el trabajo que hago, no tiene nada que ver con lo que han hecho estas figuras. Actualmente estoy volviendo siempre a la música del siglo XVI (la polifonía, la vihuela, el laúd). Me encanta escucharla, me tranquiliza.
En tu repertorio, ¿hay algún tema que no dejarás de tocar jamás?
-Hay temas con los que te sientes más a gusto y siempre recurres a ellos. Sin embargo, no hay ninguno que considere indispensable o que siempre esté presente, la verdad. Aunque de los que tengo, tal vez las versiones que más hago sean las de la Eternidad y un Día, composición que realicé para una película del director de cine griego Angelopoulos.
Tratemos pues el aspecto vital, ¿que es lo que te hace levantar a ti cada mañana?
-Caben muchas reflexiones sobre esa pregunta. Pero bueno, lo que me hace levantarme son mis hijos, que les tengo que llevar al cole. Así de pedestre es la respuesta, pero así de real. Porque considero que somos muy afortunados, viviendo donde vivimos, teniendo una casa en la que habitar, haciendo lo que nos gusta, aunque la burocracia a veces nos asfixie. Como ya he dicho, en general no hay que quejarse.
¿Qué te parece, entonces, este humilde proyecto que pretende llevar la música y la palabra en directo al rural gallego?
-Eso siempre es positivo y más en el rural. No resulta fácil crear un circuito de este tipo y menos en una primera Edición. Eso lleva años, pero como iniciativa es estupenda.
Óscar Fernández e Manu Fraguela, Soledad Felloza, Pablo Carpintero e Rosa Sánchez, Sofía Espiñeira, Dúo ConcertArt, Fernando Barroso, Mercedes Prieto y Sergio Cobos, Charo Pita y Manuel Vilas, conoces a estos colegas de reparto en esta I Edición de Recitales al atardecer por las casas de turismo rural de Galicia?
-Pues personalmente a muchos y en lo profesional a casi la mayoría; y les sigo.
¿Eres huésped habitual del turismo rural gallego?
-Ahora mismo no tanto como querría, principalmente porque mi segundo hijo es muy pequeño, pero hemos disfrutado, y mucho, del turismo rural.
Y ¿qué es lo que más valoras cuando llegas a una casa de turismo rural?
-El concepto de que la gente resida en la casa en la que estás. Vivir el entorno y la cotidianidad de las personas que te acogen. Y eso es lo que diferencia al turismo rural del turismo de hotel, que estás con gente próxima. Soy un ser bastante social y me gusta saber de los demás, relacionarme, que me cuenten y me descubran cosas.
En el año 2003 colaboraste en un disco titulado Poesía Necesaria, que ponía música a varios poetas españoles. ¿Cuál crees que sería hoy la poesía imprescindible para que al mundo le fuera mejor?
-En ese disco no toco la zanfona, canto. Y, además, están los músicos que he admirado toda mi vida, desde Amancio Prada, pasando por Paco Ibáñez hasta María Dolores Pradera, de la que soy fan, con aquella capacidad que tenía en su voz de emocionar...
Pero volviendo a la pregunta, pienso que la misma poesía en sí sería imprescindible. El hecho de interesarnos por la poesía, leerla, allegarnos a ella, reflexionar sobre ese texto de una manera poética... En fin, si todos nos acercásemos a la poesía, el mundo cambiaría. Ni siquiera tendría que definir la poesía que sería, solamente con ese concepto y con esa intención el mundo sería otro. Estoy completamente seguro.
¡Que así sea, Germán!
Muchas gracias por compartir tus sentires con nosotros.
GALICIA TURISMO RURAL es una plataforma de reserva online dirigida a todos aquellos viajeros y viajeras que tengan interés en conocer los atractivos turísticos de los distintos geodestinos de Galicia, alojándose en establecimientos de turismo rural con encanto e integrados en el paisaje natural que los rodea.
En esta plataforma cada vez participan más establecimientos de la red existente, de forma que se puede considerar el principal recurso de contratación de turismo rural de Galicia. Fegatur (Federación Gallega de Turismo Rural) promueve esta iniciativa en colaboración con la Agencia de Turismo de Galicia (Xunta de Galicia).