FEGATUR. ENTREVISTA A CHARO PITA Y MANUEL VILAS

15 Diciembre 2022

“LOS CUENTOS Y LA MÚSICA SON VIAJEROS POR NATURALEZA”

 

 

Charo Pita, escritora y narradora oral, y Manuel Vilas, arpista de música antigua, cuando no vuelan por su cuenta, también son pareja artística por convicción y recorren juntos la vida, cabalgando a lomos de la fantasía romántica para seguir propagando, con la melodía y la palabra, la memoria de los romances.

Coruñesa y santiagués de la cosecha de 1966, ella, nunca supo que quería ser de mayor, porque antes de salirle todos los dientes ya leía y soñaba con ser aventurera. Él, en cambio, quería hacer muchas cosas, pero la música lo atrapó a los ocho años y se fue imponiendo sobre el resto de arrebatos prematuros.

En un principio, a Charo le pudieron las palabras y acabó estudiando Filología Hispánica pero, como las andanzas continuaban presentes en su imaginación, también se echó al teatro, y al canto, y a la percusión medieval, y a la expresión corporal. Todo, para continuar emprendiendo una infinidad de lances por el mundo: escribir, interpretar, dirigir, publicar, grabar, enseñar -poesía, libros infantiles, relatos para adultos, música-, hasta se atreve a inventar palabras para titular e ilustrar los espectáculos que crea: FonoCuentos, Palabras PercuDichas, OjoFábulas.

Manuel estaba embebido en el piano desde el conservatorio, pero a los 25 años le fue infiel para siempre a causa de una aventura que se le cruzó en la vida: descubrir el arpa en un festival de música antigua de un pueblo de Aragón. A partir de ahí, quedó prendido de las arpas ancestrales, desde el s. XII al XVIII. Más quijote que el propio de la Mancha, se aventuró a desenmascarar los secretos más íntimos del arpa ibérica, el arpa doble del s. XIV en la corona de Aragón y el arpa jesuítica chiquitana de Bolivia. Después, ya no pudo parar de tocarlas: grabaciones, cientos de conciertos y creación de grupo propio, Ars Atlántica.

Como dúo, llevan veinte años contando y tañendo hazañas y sentimientos, porque lo que más les motiva es la propia vida, a la que le están generosamente agradecidos por ser como son: Charo, una mujer virtuosa, humilde y fuerte, y Manuel, un hombre complejo y sencillo al mismo tiempo. Así se definen mutuamente estos dos románticos trovadores del siglo veintiuno, de hablares dóciles y dulces pero con rotundas reivindicaciones.

Desde la Federación Galega de Turismo Rural, conversamos con esta pareja caballeresca, Manuel mientras camina, libre de armaduras, por los montes de Ávila, Charo durante una contienda, contra un trancazo en la cama, en su domicilio de Brión. Queremos saber un poquito más de estos creadores, amantes de la oralidad y de la música antigua y la tradicional, que consideran el proyecto de Abertas de Par en Par imprescindible para llevar al rural espectáculos que hablen del mundo y lo cuenten con la emoción que produce la música y la palabra.

Manuel, Charo, Santiago y A Coruña ¿cuentan cuentos?

-Manuel: Pues mira... (risa), Santiago muchísimo..., no solo en la actualidad sino desde bien atrás. Desde que surgió el tema del Camino,  la narración oral -tanto de historias sagradas como profanas- acabó teniendo en el Romance el noticiario o la telenovela de la época. En nuestro caso, la importancia del romancero y la transmisión de las historias es importante tanto para la contadora, como para el músico.

-Charo: Eh... Creo que de siempre contó cuentos. No hay manera de no contarlos. El ser humano es inherente a las historias. Cuando contamos nuestra vida o cuando contamos de nuestra ciudad, lo que estamos contando es una historia. Por tanto, en A Coruña se cuentan historias, como en todos los lugares.

¿Y cuánto cuentan, A Coruña y Santiago, en el cuento de vuestras vidas?

-Charo: En principio es el lugar donde nací, donde tengo mi familia, de alguna manera mis raíces están ahí. Por lo menos mi memoria de infancia está en A Coruña y eso es una base para el resto de la vida.

-Manuel: La verdad es que nací en Santiago, eso es importante (ríe). Estoy muy poco tiempo allí, por motivos de trabajo, principalmente, pero siempre viví, y vivo, en Santiago: una ciudad hermosa y mundialmente conocida.

¿Cuáles son vuestros orígenes familiares en Santiago y A Coruña?

-Manuel: (Carcajada explosiva). Ah! Pues nací en la calle de San Pedro. Además, no nací en el hospital, nací en la casa. Soy compostelano por parte de mí padre, que tenía un almacén de materiales de construcción, Almacenes Vilas, y orensano por parte de madre: ella era de un pueblo muy bonito del Ribeiro que se llama San Paio de Ribadavia. Así que tengo el cariño dividido entre estas dos tierras que adoro: Santiago y Ourense.   

-Charo: (Risa). Yo, curiosamente, vengo siendo de los Pita (otra carcajada). Así que lo de la plaza de María Pita tal vez tenga que ver con mis ancestros (ja, ja, ja!). Por parte de padre soy de los Pita que tenían un taller de coches en la zona de Médico Rodríguez. Por parte de madre soy Villares, que eran de la zona de Oleiros. Así que comparto en mí esos dos orígenes.

Antes de contar historias e tañer arpas, ¿qué queríais ser de mayores?

 

 

-Charo: Pregunta curiosa esa, porque yo nunca me planteé qué quería ser de mayor. Siempre me gustó mucho leer y escribir. Las historias como parte de la vida siempre me encantaron. Lo de aventurera me tiraba mucho: eso de viajar por lugares desconocidos para hacerlos conocidos. Pero no sé si era lo que realmente quería ser o si era una de esas ensoñaciones que tienes de joven (carcajada).

-Manuel: De niños queremos de todo, luego vamos cambiando: primero quise tener una granja, aunque nunca supe por qué, luego médico (cuando las ciencias no eran mi fuerte), ya de bien mozo, director de cine -porque el cine me gusta mucho-, pero en mi época no era fácil estudiare eso, así que lo olvidé pronto. En cambio, la música siempre estuvo presente, desde los ocho años.

Manuel, lo de imponerse el arpa antigua sobre cualquier otro instrumento, ¿sería por haber nacido en una ciudad medieval como Santiago?

-Pues no. Donde realmente descubrí el arpa fue en un curso que realicé en Daroca, un pueblo de Aragón que tiene un festival de música antiga. Allí me enganché a las arpas antiguas, concretamente las que van del siglo XII al XVIII. Comencé por las del s. XVIII que se tocaban en toda la Península Ibérica. A partir de ahí fui para atrás: el arpa renacentista, la medieval...

Charo, eso de que naciste cuando tenías seis años, al acabar de leer tu primer libro, ¿es una leyenda urbana o un cuento oral?

-Ni es leyenda urbana ni cuento oral, es un sentimiento. No sé se terminé de leer el primer libro a los seis años, ni siquiera el título del libro, era la acción en sí misma la que me transformó. El hecho de hacerlo me marcó muchísimo, porque las palabras siempre me marcan. Entonces esa frase resume una emoción, un sentimiento.

¿Cuáles son vuestras raíces artísticas?

-Manuel: Las mías musicales vienen de muy niño. En la casa de mis padres había un tocadiscos bastante rudimentario, pero en cambio en los discos había un poquito de todo y mucha música tradicional. La música clásica y la tradicional me encantaban. Aun hoy en día, una de mis grandes pasiones es la música tradicional. Así que a los nueve años ingresé en el conservatorio y a partir de ahí fue llegando todo, el piano primero, el arpa más tarde, como ya expliqué, porque el arpa antigua comenzó a investigarse, estudiarse y desarrollarse, relativamente tarde.

-Charo: Oh! Eso, es muy complicado... Creo que estamos enraizadas en el mundo, no podemos hacerlo de otro modo, por tanto, las raíces artísticas ni siquiera tienen porque ser artísticas (ja, ja, ja!). Pueden ser de muy diversos tipos. Creo que lo que viví, lo que me regaló el entorno, lo que me ayudó a crecer, lo que me enseñó a querer y a odiar, todo eso está en las raíces de lo artístico. 

Manuel, especializarte en el arpa Ibérica, en la jesuítica chiquitana y en el arpa doble del s. XIV, ¿fue para marcarte una originalidad, o porque a ti lo que te va son los romances de la Edad Media?

-Manuel: Un poquito de todo. Tengo que reconocer que eso del arpa y de la música que no exploró nadie, me apasiona. Debí ser de los primeros en meter la garra para investigar el arpa de Aragón del siglo XIV o la Chiquitana de los jesuitas de Bolivia, pero no te puedo explicar por qué. Creo que hay cosas que son innatas en cada uno y salen. Empecé con la Ibérica porque quedé impresionado cuando escuché el instrumento por primera vez en el curso de Daroca. Luego todo fue creciendo porque yo soy un curioso de las músicas antigas de toda a Península Ibérica, incluido Portugal, y, por tanto, de las de América Latina: todas las arpas de allí proceden del instrumento que toco, el arpa barroca o arpa antigua Ibérica. Me gustan mucho estos terrenos donde nadie se metió porque en la historia de la música, aunque parezca que hay muchas cosas hechas, que es cierto, aún queda mucho por decir.

Charo, en tu caso, los FonoCuentos, las palabras PercuDichas, los OjoFábulas, ¿son palabras ingeniosas de niña espabilada o es una cuestión de fusión cultural?

-No, es una manera de resumir el trabajo que haces junto con quien lo haces: FonoCuentos era la idea de contar cuentos con música, con sonido. Lo llevo haciendo durante muchos años, con instrumentistas como Florian Vlashi, de la orquesta sinfónica de A Coruña. Palabras PercuDichas era un trabajo en conjunto con el percusionista -Javier Fernández- donde los sonidos percutidos y las historias formaban un todo.

El arpa y los cuentos también se embarcaron hacia el nuevo mundo de las Américas, ¿hubo viaje de vuelta?

-Manuel: En el caso del arpa, primero hay que situarse en la España del siglo XVII, donde el instrumento era uno de los más importantes, junto con el órgano y la guitarra. Estos dos tuvieron continuidad, pero el arpa desapareció a mediados del siglo XVIII de la práctica de las catedrales, de los palacios y de las compañías teatrales: no se adaptó a los nuevos modelos musicales. ¿Qué pasó en la América Hispana? En la época potente de los virreinatos del siglo XVII, el arpa, que estaba en plena efervescencia en la Península Ibérica, fue llevada allá y también se tocaba en las capillas de las catedrales, en la liturgia y, por lo tanto, entró a formar parte de la vida diaria de la gente. Al contrario que en España, en América, el arpa, al desaparecer de la vida religiosa, pasa al folclore: el pueblo, la tradición, se apropia del instrumento y lo convierte en una cosa diferente. Lo readaptan y hacen variantes en diferentes localizaciones de los virreinatos. Además, fue un instrumento que conectó rápido y bien con la población india que lo hizo suyo -tomaron el instrumento y comenzaron a aplicarle características de su música-, la propia construcción de los instrumentos, aunque semejantes, tienen elementos diferenciales. Viaje de vuelta del instrumento en la tradición, no hubo. A mediados del s. XVIII llegó el arpa de pedales, pero era de influencia francesa y de connotaciones burguesas. No era popular. En el folclore hispano está totalmente ausente, no hay ningún folclore de arpa.

-Charo: Pues en el caso de los cuentos, no es solo que sean de ida y vuelta, sino, también, que las historias viajan de maneras absolutamente imprevistas, porque los cuentos tienen algo muy particular: allá donde se cuenten, el corazón, el núcleo de las historias es el mismo. De América vinieron muchas cosas, más de las que pensamos, como los alimentos que tenemos en la despensa -el chocolate, las patatas...- y todos ellos llegaron con historias incorporadas. Fue una manera de poblar el imaginario de aquí con el que vino de allá. Por ejemplo, acabo de hacer un libro sobre el cacao y el chocolate, y tiene que ver con todas las historias que hay entorno al cacao y al proceso de elaboración del chocolate a través de los siglos; y empiezas por Centro América y, cuando te de las cuenta, estás contando historias que también están en lugares tan dispares como África o Austria. Entonces, las historias son viajeras por naturaleza (carcajada cómplice).  

Manuel, ¿eras lector u oyente de cuentos antes de conocer a Charo?

-Lector de cuentos desde la perspectiva de la literatura infantil, no; lector-oyente de cuentos para adultos, me hice a raíz de conocerla a ella, habrá como unos veinte y tantos años, precisamente, en una narración oral que hacía Charo.

Charo, y tú, ¿escuchabas música antigua antes de encontrarte con Manuel?

-Sí, sí, de hace tiempo. Siempre me gustó la música antigua: música del barroco para atrás. El renacimiento y el mundo medieval, fue algo que me llamó siempre mucho la atención.

Cuentos con arpas: ¿de quién fue la ocurrencia de este revuelto de grelos?

 

 

-Manuel: Pues mira, no sé si no sería de los dos al mismo tiempo... Nos encontramos, ella narraba, yo tocaba... Entonces, ¿por qué no juntarnos y hacer una sesión de cuentos medievales con arpa? El primero que hicimos estaba inspirado en los Lais de María de Francia. Surgió así, de una manera bastante orgánica.

-Charo: Efectivamente, surgió un poco de los dos. Debió ser a finales de los años 90 del siglo pasado. Estábamos juntos en el grupo Malandança, que hacía música medieval. Colaboramos en el disco, Unha Noite na Corte do Rei Alfonso, Manuel tocaba el arpa y yo cantaba algo y hacía narraciones. Manuel es una persona tan agradable (carcajada cariñosa), que congeniamos muy pronto, montamos los Lais, como dice, y a partir de ahí fuimos creando otros espectáculos.

Como Dúo, ¿sois pareja artística por conveniencia o por convicción?

-Manuel: Por convicción. Totalmente. Sí, sí, sí. Conveniencia... hombre, se puede decir por el interés mutuo que tenemos en la temática. Porque no es fácil encontrar personal interesado en la literatura medieval con intención de crear un espectáculo destinado a la gente. Por suerte, además, tenemos intereses comunes, ella es una oradora fantástica, yo toco el arpa, después somos amigos y estamos convencidos de que lo que hacemos es algo muy bueno, más convicción imposible. 

-Charo: (Ja, ja, ja!). Por convicción, porque aparte de que nos gusta, disfrutamos mucho de lo que hacemos y de la compañía mutua. Para mí es un regalo hacer el concierto juntos, pero ya también realizar el viaje conjunto, en el que aprendo mucho. Estoy absolutamente convencida de la convicción (risa franca en cascada).

Manuel, ¿con qué romance o pieza medieval ilustrarías la personalidad de Charo?

-¡Ay! ¡Qué difícil!... Pues mira, hay una que ponemos en escena de vez en cuando y ella canta: una canción francesa del siglo XIII -doce dama Joulie-, del compositor Guillaume-de-Machaut, que describe a una mujer gentil, agradable, una mujer en la que todo son virtudes. Entonces yo definiría a Charo así: una persona con muchas virtudes, que quiere pasar desapercibida, muy humilde, pero muy potente.    

Charo, dime un cuento que perfile la personalidad de Manuel.

-De buenas a primeras no se me ocurre nada, porque Manuel es una persona muy compleja y muy sencilla al mismo tiempo, y eso me gusta mucho (carcajada pícara). Pero sí sé de cosas que Manuel y yo hemos hablado y que tienen que ver con su mundo, por ejemplo, toda la  saga de los Nibelungos. Hasta hemos hablado de montar algunos cuentos de esa saga, por lo que tiene de romanticismo... Sí, puedo imaginar a Manuel ahí con el arpa, perfectamente.  

A quien le interesa más vuestro cuento, ¿a los jóvenes o a los no tan jóvenes?

-Manuel: (Suspira y piensa la respuesta). En general, creo que el público que tenemos es adulto, de entre los 30-40 años para arriba. Pero es verdad que cuando asiste público joven queda gratamente sorprendido. En concreto, el espectáculo del Caballero Roboán que montamos para Abiertas de Par en Par, le gusta a todo el mundo, desde chicos hasta adultos, porque es el mundo fantástico medieval de damas y caballeros. 

-Charo: Claro, porque es un espectáculo que no tiene edad. Recuerdo haber visto a niños en la primera fila y no pestañear ni mover un pelo (ríe).  

Como Dúo, ¿cuál ha sido el auditorio más entregado que recordáis?

 

 

-Manuel: (risas). Pues... diría que en la Sinagoga del Auga, en Úbeda, Jaén. Un espacio con un entorno histórico, precioso, pequeño y muy inspirador. Estaba lleno y se creó un momento muy especial.

-Charo: ¡Ay! No sé... Lo de la Sinagoga del agua fue un público estupendo, cierto, pero el que tuvimos en el Ciclo de Abiertas, en las casas de turismo rural, también fue maravilloso.  

¿Se puede vivir de contar el cuento y tocar el arpa?

-Charo: Yo es lo que llevo intentando hacer desde hace muchos años. Por ahora sobrevivo. A ver cómo viene el futuro, pero creo que es un oficio muy importante porque las historias orales están en la base de todo. La oralidad aporta una presencia física que, de alguna manera, va más allá. La emoción no solo está en lo que se cuenta, está también en la persona que narra y en los cuerpos de los que la reciben en el momento: una simultaneidad que no existe en otras maneras de transmitir historias, un calor humano muy necesario en estos momentos. 

-Manuel: En mi caso, da para vivir porque, además de Galicia, actúo en el resto de España y el extranjero. Tengo 56 años y cogí una etapa profesional muy buena, la de los años 90 del siglo pasado. Hoy en día, la gente joven que se quiera dedicar al arpa medieval lo tiene bastante más difícil. Cada vez hay más gente con un nivel altísimo, pillamos una crisis tremenda, vamos a entrar en otra, y lo primero que se cargan institucionalmente cuando llegan las crisis son los proyectos culturales. 

¿Cómo veis, actualmente, el panorama musical y el de la narración oral en Galicia?

-Manuel: Hay muchos sectores y no conozco a fondo la situación de todos. Por lo que se refiere al panorama de la música antigua en Galicia no es precisamente boyante. Hay gente muy buena, pero está todo como parado. Hay pocas oportunidades de hacer un concierto. Tenemos un tesoro de música antigua alucinante que está durmiendo desde hace siglos. Yo me ofrecí a las instituciones, la verdad es que varias veces, para intentar reavivar todo esto, pero no hay manera, prefieren apoyar otros estilos. En músicas históricas de Galicia tienen una responsabilidad enorme, pero no la están asumiendo. 

-Charo: Vamos a ver... Lo que es el latido de la narración oral en sí misma, ahora está en un momento dulce en Galicia porque hay mucha gente investigando, experimentando y contando muy bien. También está el hecho positivo de que haya aparecido la asociación NOGA (Narración Oral Gallega), porque conseguimos agruparnos como gremio para delimitar un poco nuestras necesidades y nuestros intereses. La narración oral tiene un problema siempre: no se visualiza demasiado, es decir, forma parte de las artes escénicas, sin embargo nadie la mira así. Es como la hermana pobre de las artes escénicas, y no entiendo por qué. La narración oral tiene esa cosa alucinante de mantener al público cautivado durante una hora, solo con la palabra, sin precisar nadas más que la palabra, ni demasiados elementos, ni excesivas luces, ni súper tecnologías. Me parece un milagro absoluto, una maravilla que hay que cuidar y alentar. Pero esto, no se considera así a nivel institucional.             

Y en el entorno de vuestra escena, ¿a quién seguís cada uno?

-Manuel: En mi caso, como estoy todo el día con este tipo de música, cuando llega el momento de desconexión, echo mano de otro tipo de estilos que no tienen nada que ver con el antiguo: la música tradicional rescatada por los investigadores, por ejemplo, Pablo Carpintero, a quien admiro mucho. Luego, también me agrada el musical americano, la ópera del siglo XIX, la música de piano clásica, y hasta ciertos cantantes como Jacques Brel, Édith Piaf, incluso la música pop de los años ochenta, de cuando yo era joven, la música de la movida.

-Charo: A mí me interesa todo lo que tiene que ver con la narración oral, desde la gente consagrada como puede ser Paula Carballeira, Quico Cadaval o Soledad Felloza, hasta la que empieza cómo Vero Rilo o Cris de Caldas. ¡Hay tanta gente joven buena! Galicia es toda una cuna de narradores orales. Con respecto a otros lugares de la Península, hay una densidad importante y mucha calidad.

Tratemos ahora un aspecto vital, ¿qué es lo que os hace levantar a vosotros cada mañana?

 

 

-Manuel: ¡Uf! (carcajada). ¡Qué pregunta difícil! Pues mira, lo primero que hago es estar agradecido. Parece una chorrada, pero no: estar agradecido por respirar y por tener salud. Simplemente eso. Porque hay gente que está en guerras, enferma desde muy temprano, gente arruinada.

-Charo: (rotunda e inmediata). La vida. Sí. Es que no hay más. Tengo muy buen despertar, hay gente que no (carcajada sonora). Cuando abro los ojos es que estoy llenita de energía. Lo de levantarse y articular el día, ya es motivo suficiente para estar contenta. Si a eso se añade el hecho de trabajar en lo que me agrada y con gente que me gusta, ya es un privilegio.

¿Qué opináis de este humilde proyecto de Abiertas de Par en Par que pretende llevar la música y la palabra en directo al rural gallego?

-Manuel: Quedé totalmente impresionado con la idea y cuando lo hice, más, porque descubrí gente anfitriona y casas rurales extraordinarias.

-Charo: Me parece un proyecto absolutamente maravilloso, porque lleva implícito varias cosas de interés total (ríe segura). Por un lado, la posibilidad de explorar rincones de Galicia que de otro modo no se conocerían -una de las aventajes de las casas rurales, está en los emplazamientos poco habituales y diversos entre sí-. Luego, la puesta en valor de la arquitectura popular, del patrimonio cotidiano donde se vive, y, finalmente, llevar a esos lugares unos espectáculos que hablan del mundo y lo cuentan con la emoción que produce la música y la palabra.

Óscar Fernández y Manu Fraguela, Soledad Felloza, Pablo Carpintero y Rosa SánchezSofía Espiñeira, Dúo ConcertArt, Fernando Barroso, Germán Díaz, Mercedes Prieto y Sergio Cobos, ¿conocéis a esta gente, colega de reparto, en esta I Edición de Recitales al atardecer por las casas de turismo rural de Galicia?

-Manuel: Pues lo lamento, pero, excepto a Pablo Carpintero y a Germán Díaz -a quienes admiro mucho-, no tuve el placer, aún, de conocer al resto.

-Charo: A alguna gente la conozco personalmente, a otra, solo por su trayectoria artística.

Por casualidad, ¿sois huéspedes habituales del turismo rural gallego?

-Manuel: Sí, sí. Soy consumidor de turismo rural cuando puedo, porque cuando vas de conciertos es raro que coincida. En mis vacaciones siempre voy a espacios de estas características, porque me gusta mucho el trato personal.

-Charo: Viajo mucho por trabajo, poco por ocio, pero las veces que lo hago sí que suelo ir a lugares de turismo rural. 

Y, ¿que es lo que más valorasteis de las casas de turismo rural donde habéis actuado?

-Manuel: Cosas muy simples: el espacio, los sonidos del agua, del lar, el contacto con la naturaleza, la tranquilidad. El trato con la gente, las historias de las casas y de los dueños... Los clientes, que tenían unas ganas y un interés enormes de hablar con nosotros. 

-Charo: Por un lado la calidad humana de la gente que regenta las casas. La calidez con la que nos recibieron. El interés que ponían en lo que íbamos a hacer; y los entornos de las propias casas, tanto exteriores como interiores. 

Y desde otro orden de cosas, en un mundo tan convulso como el actual, ¿para que puede servir contar cuentos o tocar arpas?

-Charo: No sé si sirve para algo contar cuentos. Siempre tenemos como una especie de necesidad de buscar la utilidad de las cosas. Hay un libro maravilloso que se llama, La Utilidad de lo Inútil, de Nuccio Ordine, y expresa que la utilidad la buscamos dónde no está. Por tanto, primero debemos definir qué es lo útil. Luego, los cuentos, ¿son útiles o no? No importa. ¿Qué sucede cuando contamos historias, o tocamos música, que es lo que se crea?: un conocimiento que está por encima de todo, una forma de comunicación que no se da a otros niveles. El hecho de tocar o contar no entra en las estadísticas, porque su utilidad no es evaluable, es una utilidad a otro nivel, más humana y más necesaria.  

-Manuel: La música es una cosa innata en el ser humano, es cómo comer o beber, lo que pasa es que no nos damos cuenta. Desde la prehistoria, la música estuvo presente. Todas las tribus, más o menos primitivas, tienen música. Hasta en los campos de concentración nazis había música. Se descubrió hace poco que había música hecha por los mismos judíos. Entonces, Incluso en aquella circunstancia tan terrible, estaba presente. Para cualquier situación, por muy grave o tremenda que sea, la música está ahí: es totalmente necesaria.

¡Que así sea, Charo y Manuel!

¡Muchas gracias por compartir vuestros sentires con nosotros!