FEGATUR. ENTREVISTA A FERNANDO BARROSO

10 Noviembre 2022

 

“LA MANERA DE ESTAR EN EL MUNDO LA APRENDÍ EN FERROL”

                                                                Fotos: Juan Luis Rúa                                                                                           

 

Fernando Barroso, compositor de oficio y guitarrista por vocación, es un ferrolano de la quinta del último año de la década de los setenta del siglo XX, justo cuando los festivales de música y folclore, además de extenderse por toda Galicia, batían récords de asistencia. Habla con la voz a medio tono. De oído atento y respuesta precisa, no pasa de reojo por las preguntas y se implica, con valentía y sin titubeos, en las respuestas.

La fusión le corre por las venas de manera natural a este hijo de madre gallega y padre andaluz. Tal vez por eso la predilección por la guitarra y los instrumentos de cuerda le venga de serie gracias a los caprichos de la genética.

El artista ha compartido escenario con bandas por todo el orbe y, desde 2016, inició su carrera personal con discos como Intropía, Silence Lovers Club-Mandolin Pieces o Xograr. Ha cosechado premios y formó parte, junto con músicos de Europa y Latino América del laboratorio creativo NEXO, dirigido por Donald Shaw. Sin embargo, no le presta mucha atención al relato de su carrera musical. Sencillo y generoso, prefiere emplear el poco tiempo que le queda en porfiar en componer, jugando como anda siempre con ritmos y melodías de aquí y de acullá.

Este músico, a quien le gusta la conversación tranquila y no le hace ascos a la divagación -si se presta-, cuando quiere desconectar de verdad, solo ansía volver a su Ferrol natal para ver a la familia, a los amigos y escuchar música clásica y jazz. Entre otras cosas, porque la actual manera compulsiva de consumir contenidos artísticos en los teléfonos móviles, le parece una locura.

Desde la Federación Galega de Turismo Rural, hablamos con Fernando, después de haber finalizado sus recitales al atardecer en el ciclo de la I Edición de Abiertas de Par en Par, para conocer un poco más de este juglar para quien un mundo más libre siempre es un mundo con más esperanza.

Fernando, ¿Ferrol canta?

-Ferrol es una tierra de resistencia..., es una comarca muy obrera, centrada en el tema naval, que sufrió mucho en lo económico, pero en lo social hay mucha vida cultural y muy rica.

¿Y cuánto canta Ferrol en la música de Fernando Barroso?

-Sí que canta en mí, sí, mucho. Me crie allí hasta los 18 años, siempre rodeado de músicos. Lo que yo soy y la manera de estar en el mundo la aprendí allí. Creo que Ferrol es una cuna muy rica en muchos aspectos, en el cultural también. Vuelvo siempre que puedo, porque tengo familia y amigos allí, porque Ferrol está presente en mi vida.

Entonces, en Ferrol, ¿tú de quien vienes siendo?

-(Repite la pregunta entre una media risa serena). Mi padre es andaluz, mi madre es gallega. Por avatares de la vida se conocieron y vivieron en Ferrol en el tiempo en que yo llegué al mundo. Por lo tanto, tengo familia gallega y familia andaluza. Así que, yo soy una mezcla, sumada a todo el poso que va dejando el lugar donde pasas la infancia y la adolescencia, que también es parte de uno.

¿Cuáles son tus raíces musicales?

-(Respira hondo y exclama). Uf! Empecé a escuchar música en la radio. Con diez, once años, ya quería ser músico y grababa lo que más me gustaba, por aquel entonces, los clásicos de rock principalmente. De ahí a tocar la guitarra eléctrica y la acústica hasta los 18 años. Después empecé a conocer nuestra música popular, el folk. Ahí inicié la colaboración con gaiteros y gente del universo tradicional gallego. Mis primeros proyectos musicales fueron en Ferrol, con un grupo folk que teníamos, EL Rincón de Morgan. A partir de la mayoría de edad voy a estudiar a Vigo; y de esa etapa viene mi participación en la banda Riobó, o en Os Cempés. Luego fue llegando la relación con músicos portugueses y la profundización en los instrumentos de cuerda (bouzouki, mandolina), porque en Galicia no tenemos esa tradición de instrumentos de cuerda tradicional como tienen en Portugal, donde hay una docena de instrumentos tradicionales de cuerda. Eso contribuyó a que yo haya ido tirando hacia el país vecino y allí conocí también a músicos de Brasil, Italia...

¿Y cuál fue el nexo que te enganchó a la música popular portuguesa?

-No hay un nexo claro, fueron un conjunto de acontecimientos. Desde que empecé a trabajar en Galicia, ya participaba en bandas portuguesas. Con Ardentía habíamos hecho algún concierto en conjunto con la Brigada Victor Jara, después vinieron mis colaboraciones directas con Julio Pereira, Luis Peixoto. A partir de ahí fue todo in crescendo, Celina da Piedade, Sebastião Antunes...  

Estas dos culturas hermanos, gallega y portuguesa, llevan muchos siglos de espaldas entre sí, de quien ha sido la culpa de este distanciamiento?

-De nosotros mismos y de la historia. Porque hay una frontera marcada por las fortalezas entre ambas orillas del río. O sea que muy juntos no queríamos estar. Lo que está claro es que son culturas diferentes ya. Creo que son 8 siglos los que pasaron desde que las lenguas se empezaron a separar. Es lógico que ocho siglos después las culturas sean distintas, no solo en términos de idioma, sino también en términos musicales. Aunque tenemos raíces de base común, como las podemos tener con Asturias o Castilla León, al final tenemos diferencias.      

Considerando, por tanto, los antecedentes y las inter-relaciones actuales, ¿qué futuro tienen estas dos culturas?

-Pues el futuro de estas culturas, como el de la cultura en general, depende en buena medida, por un lado del talento de los creadores y de los proyectos y, por otro, de quien administra la sociedad, quien gestiona los cuartos, no solo los de cada estado, sino también los que vienen de Europa. Creo que el dinero no siempre se reparte como se debe, o no se crean ideas interesantes que podrían hacer crecer a los profesionales del sector. Este es un trabajo profesional y los profesionales para crecer, a veces, precisamos de un impulso, porque son muchos los obstáculos en el camino.

¿Como ves, entonces, el presente del panorama musical gallego?

-Hay cosas que se hacen bien, tenemos redes, pero el problema no es la falta de talento, sino la falta de profesionalización, de creación de una industria. Y luego, los artistas también debemos hacer cosas interesantes. Tenemos que evaluar nuestro propio trabajo para que la gente nos escuche. Más bien lo entiendo como una cuestión de simbiosis entre la gestión cultural y el talento.

Así pues, desde una perspectiva profesional, ¿se puede vivir de la música en Galicia?

-Hay gente que vive de la música. Yo vivo de ella. Ahora, de lo que se trataría sería de valorar como es esa calidad de vida entre los profesionales que se dedican a la música; y no es nada fácil. Esta es una profesión de mucho sacrificio y mucha disciplina, pero supongo que como cualquier otra que tenga que llevar a cabo una persona autónoma.

Dinos, ¿a qué profesionales sigues en la música actual?

- ¡Hum! Pues…, aunque cuando tienes el móvil en la mano y abres alguna aplicación es inevitable que te salte la música actual, la verdad es que el tiempo que tengo para escuchar música, que no es mucho, elijo música para desconectar de la mía. Así que siempre tiro más para la clásica y el jazz.

Como músico, parece que bebes de fuentes tan diversas como el jazz, la música clásica, los ritmos y sonidos brasileños y hasta los que fluyen de la cultura persa. ¿Qué hay de cierto en todo esto?

 

 

 

-Eso viene de una nota de prensa que salió con el último disco que hicimos, Xograr. Como esa obra es una fusión de todos esos conceptos, pues al final se acabó por sintetizar así, para explicar los ingredientes de la misma. Lo que yo hago, básicamente, es música original. Compongo toda la música que creo, entonces, en este caso no podemos estar hablando de música tradicional, o folk. Lo que trabajo mucho es jugar con los ritmos y con las melodías, siempre desde la referencia que tuve en Galicia con nuestra tradición y con lo que me fue aportando la música de fuera. Me gusta inventarme patrones rítmicos, cogiendo ideas de aquí y de acullá.

Tienes Doctorado en física y química, ¿cómo congenia eso de tocar tubos de ensayo con lo de tañer guitarras?

-En España debe haber muchísimos doctores que están trabajando en otras cosas. Eso es un error del método educativo, creo. Hay una falta de orientación por parte del sistema de educación. De lo que se debería tratar sería de descubrir y fomentar para qué valen los niños, no de crear individuos idénticos. En mi caso, ya tenía vocación de músico y de hecho tocaba mientras estudiaba, pero la decisión vino por inercia: estabas en el instituto, hacías la selectividad y tenías que escoger una carrera... Cogí la vía que consideraba más atrayente. Aprendí ciencia, que fue muy interesante y no estoy arrepentido, pero para el bien de la sociedad y de los niños, debería haber una buena orientación.

Pues ya que te resultó de interés la física y química, ¿habría algún elemento químico con el que te identifiques e que te defina personalmente?

-Pues, tal vez sí..., el carbono. Hay una cosa curiosa que sucedió en mi licenciatura en relación a esto. En la orla de fotos de fin de carrera, la de química las tenía colocadas cómo si fuera una tabla periódica. Casualmente, mi foto estaba con el carbono, por lo tanto yo soy el carbono. Esta pura casualidad, siempre me hizo pensar, soy el carbono, ¡qué bien! Porque soy muy empecinado, tiro siempre para delante, y el carbono como tal es símbolo de vitalidad, la base de la materia orgánica, el principio de la vida.       

Siendo luego tan pertinaz para conseguir tus objetivos, en un mundo tan caótico como el actual, ¿qué papel crees que debiera tener la música?

-La música tiene su papel fundamental. Creo que debe haber muy poca gente que no escuche música a lo largo de un día. Otra cosa es la manera de consumirla actualmente. En ese sentido estoy preocupado, porque nos están haciendo entrar en un redil muy fastidiado que es el consumo de las cosas súper breves. Si dedicas dos horas, a lo largo del día, a estar con el telefoneo en la mano, no escuchas dos horas de música, escuchas 15 segundos de un artista, quince segundos de otro... Las redes sociales son herramientas útiles y prácticas, pero creo que se están usando de una manera muy compulsiva. Además, la calidad del sonido y de las imágenes está muy comprimida. No es un consumo de calidad. 

Y para ese mundo de compulsión que describes, en tu repertorio musical, ¿hay algún tema que no dejarás de tocar jamás?

 

 

-Hay algunos a los que les fui cogiendo aprecio y que al final son más interesantes para tocar en los conciertos. Por ejemplo las Danzas do Espazo-Tempo, las Muiñeiras do Cuarto Baleiro, O Barqueiriño, que grabé a dúo con la violonchelista Margarida Mariño, o la pieza que tengo con Sebastião Antunes, A Cantadeira de Belém. 

Vayamos a la perspectiva vital.  En tu almanaque diario, ¿qué es lo que te hace levantar cada mañana?

-Pues..., lo que me hace levantar con energía..., mira, creo que cuándo descubres una pasión, el trabajo, de repente, resulta más leve. Desde que tomé la decisión de dedicarme a la música, me levanto cada día con la alegría y la energía de que voy a hacer lo que me apasiona. Eso me motiva mucho. Lo demás e ir creciendo y alcanzando objetivos.

¿Qué te parece, luego, este humilde proyecto que pretende llevar la música y la palabra en directo al rural gallego?

-Como proyecto me parece interesante y como artista que participó en él fue una experiencia buena porque descubrí lugares que no conocía. Los conciertos de pequeño formato como estos son, además, muy íntimos. Creo que como idea para el futuro puede funcionar, que es un ciclo chulo en el que se fusionan tres aspectos fundamentales de nuestro país: el rural, las tradiciones y la cultura.

Óscar Fernández e Manu Fraguela, Soledad Felloza, Pablo Carpintero e Rosa Sánchez,  Sofía Espiñeira, Dúo ConcertArt, German Díaz, Mercedes Prieto y Sergio Cobos, Charo Pita y Manuel Vilas, conoces a esta gente colega de reparto en esta I Edición de Recitales al Atardecer por las casas de turismo rural de Galicia?

-Creo que la conozco a casi toda. Con algunos he compartido incluso proyectos. Con Oscar Fernández, concretamente, toqué muchos años en Os Cempés.   

Por causalidad, ¿eres huésped habitual del turismo rural gallego?

-Lamentablemente no, porque me encuentro casi siempre fuera de Galicia por motivos de trabajo; y cuando voy a la tierra es para estar con la familia, los amigos o para desconectar en mi casa. Por eso la experiencia de Abiertas fue chula, porque descubrí casas de turismo rural en las que, en cuanto pueda, me gustaría pasar unos días. Tenemos una riqueza impresionante en el sector del turismo rural: cientos de casas que constituyen un auténtico patrimonio.

¿Y qué fue lo que más valoraste cuando, debido a esta experiencia, llegaste a las casas de turismo rural?

-La hospitalidad, que fue de diez en todas las que participé. Ese trato que te hace sentir como en casa.

En la página de inicio de tu web, hay una discreta imagen en blanco y negro de un corazón con las arterias cortadas por las que salen dos ramitas brotadas y seis pájaros. Esto, ¿a cuento de qué viene?

-Eso es parte del diseño del último trabajo discográfico, Xograr. En la portada completa del disco, aparece un juglar que en su mano porta ese corazón, que es cómo ofrecer su alma al público. Porque ese disco era un homenaje a la figura del artista a lo largo de los tiempos. De las arterias salen ramitas que florecen, que dan vida; y también pájaros como metáfora de la libertad.

Entonces, con más ramitas verdes y más pájaros volando, ¿iríamos a un mundo mejor?

-Por supuesto. Sin duda. Todas las personas que conozco del mundo artístico y de la farándula tienen una visión del mundo, más o menos así. Un mundo más libre es siempre un mundo con más esperanza. Si toda la gente tuviera esa perspectiva y creo que el mundo sería un lugar mucho mejor.

¡Que así sea Fernando!

Muchas gracias por compartir tus sentires con nosotros.